jueves, 9 de agosto de 2018

El riesgo de la despolitización por desilusiones políticas


Si de discursos retrógrados y antagónicos hablamos, la discusión en el senado por la ley de interrupción voluntaria del embarazo estuvo plagada de ellos. No habiendo logrado la aprobación de la ley, algunos festejaron sobre la supresión del derecho de otros y no sobre la adjudicación para sí, de una nueva garantía civil que amplifica libertades. Hoy, lo que no tienen unos es sinónimo de algarabía de otros. Festejan y celebran la restricción de las libertades de otras tantas.

Las otras; las que a su vez ejercen la lucha de otras más que no pueden pelear por si mismas, no festejan. Apesadumbradas por el descontento que provoca la derrota política caminan al borde del descontento apolítico. Pero es así el juego de la democracia y ninguna lucha se gana de la noche a la mañana.

Aquellos argumentos anacrónicos y descontextualizados que tuvimos que escuchar democrática y republicanamente durante las sesiones parlamentarias son el fruto del corrimiento de la escena política de varias generaciones. El descreimiento político liberó el espacio para que sean los individuos con precaria formación intelectual sean los que se hicieran cargo de la representatividad de las mayorías. No quiere decir que aquellos representantes deban ser profesionales con un título de grado ni mucho menos, sino seres curiosos que investiguen o que al menos lean sobre lo que van a legislar y no voten como la senadora Cristina López Valverde alegando falta de tiempo para cumplir con su deber.

Los que piensan que una violación no ejerce violencia sobre la persona violada (Rodolfo Urtubey) o que el Estado no debiera hacerse cargo de la gratuidad por decisiones desacertadas de algunas (Maurice Closs), que sin maternidad no hay futuro (Esteban Bullrich) o anteriormente, que los bebés no buscados se pueden regalar cual perritos (Estela Mercedes Regidor Belledone), que se enterraba el futuro de la Argentina (Alfredo Olmedo) o que se iba a favorecer el tráfico de órganos de fetos (Ivana Bianchi), votaron defendiendo sus creencias y está bien que así sea, ya que por transitividad, debiera ser la creencia de sus representados.

El corolario del periplo abortivo es la victoria de los pacatos que apoyan la clandestinidad como alternativa a la anticoncepción. Deberemos aprender de ellos y entender que la solución también es estar a favor de la vida, estar a favor de la vida política, para no desilusionarse una vez que nuestros representantes voten restrictivamente y legislen nuestros derechos.
    
Las calles hay que ganarlas todos los días, no basta con salir una única vez. Hay batallas en cada espacio de nuestra vida ciudadana y es de imperiosa responsabilidad hacerse cargo políticamente de una realidad que nos interpela. Tomarla, entenderla y ver como podemos cambiarla para hacer una realidad mejor.

Si la discusión sobre el aborto sirvió para atraer a una multitud de chicas y chicos curiosos e inquietos a la vida política, bienvenida sea el rechazo a la ley para seguir militando por los ideales ya que tarde o temprano ley será.

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