domingo, 24 de febrero de 2019

El extractivismo empresarial


La teoría de la dependencia de fines de los años 60 y principios de los 70, surge como crítica a las teorías de hegemónicas de desarrollo económico. Existe una relación asimétrica de poder en la que el centro domina a la periferia mediante el control de recursos estratégicos para el crecimiento económico. Las inversiones del capital extranjero en los países subdesarrollados se auto justifican bajo la premisa de brindar prosperidad, generar puestos de trabajo y sacarlos de una trampa de pobreza en la que, por su bajo nivel de ahorro, no pueden generar las inversiones necesarias para desarrollarse.

La generación de puestos de trabajo se produce cuando las inversiones se materializan. La tecnología necesaria es importada por los países periféricos desde los centros hegemónicos de poder, donde se produce el conocimiento técnico-científico que realmente crea valor y produce el desarrollo estructural.

El reciente Procedimiento Preventivo de Crisis de Coca Cola FEMSA es un caso paradigmático que vuelve a poner de manifiesto las vituperadas teorías setentistas que alertaban sobre la benevolencia desinteresada de las potencias, vía el otorgamiento de créditos productivos, inversión directa o la apertura comercial de productos estratégicos para sus centros y de bajo valor agregado para la periferia. Es la consolidación, más que la solución al subdesarrollo, parte de un mismo combo que tiende a extranjerizar la riqueza generada en los países pobres.

Nadie podría alegar falta de competitividad en una industria como Coca Cola, motivo por el que cerraron más de 9.500 desde inicios de 2016 según el gobierno. El deterioro actual del mercado interno del país que supo ser el mayor consumidor per cápita de la bebida, es evidente. La tasa de ganancia, aunque cuantiosa, es menor que la que solía lograrse en años anteriores y como consecuencia, el giro de utilidades a su casa matriz o paraísos fiscales ha decrecido (VER BALANCES 2015-2016 Y 2017-2018). Es ahí donde se hace evidente el extractivismo. Ante la menor pérdida, el capital extranjero levanta campamento buscando nuevos horizontes, con menores costos, menor conflictividad obrera y mayores beneficios.

El 28 de marzo de 2017, Coca Cola le compra Ades a Unilever[1] y al año siguiente, el 23 de julio de 2018, anuncia el relanzamiento de la marca con nuevos productos como Ades chocolatada y Ades de almendras[2], todo desde la flamante Sede Corporativa[3] incluida en el compromiso de inversiones 2016-2018 por US$ 1.000 millones, en el que se encuentran hasta inversiones en energía renovable en alianza con YPF Luz[4]. Sin embargo, la situación de nuestro país preocupa especialmente a la multinacional que asegura que las ventas en Latinoamérica cayeron en el tercer cuatrimestre de 2018: “Unit case volume declined 2% in the quarter as growth in Brazil, Colombia and Peru was more than offset by a double-digit decline in Argentina”[5]. Argentina no era mencionada en los reportes de los años anteriores.[6]

Quizá en su plan de inversiones los directivos subestimaron el impacto futuro de la caída real de poder adquisitivo, obnubilados por los cantos de sirena oficiales que les aseguraban menores costos de producción, sin considerar que la demanda es la que posibilita las inversiones y que, si ésta cae, las inversiones se resienten invariablemente. Una especie de five dollar day Fordista a la inversa.
El comportamiento de las multinacionales es diametralmente opuesto al que podría tener una PyME. Usualmente el pequeño empresariado resiste la crisis hasta su cierre; pero cuando los resultados no cierran, las multinacionales buscan reducir costos al extremo, despidiendo, cesanteando y, como última opción, están el cierre y la relocación. Difícilmente una PyME pueda relocalizarce del mismo modo que puede hacerlo una empresa que opera en cientos de países. A pesar de tener mayor espalda para resistir recesiones económicas, las corporaciones no juegan el mismo rol social que las PyMEs, es la tasa de ganancia el primer y único objetivo, por eso su constante diversificación en otras áreas que no son su principal rubro. Sin importar el cuantioso marketing en responsabilidad social, innovación, liderazgo, inclusión, etc.

De los 600 puestos de trabajo que Coca Cola planeaba reducir de su planta Alcorta a través del procedimiento preventivo de crisis presentado el 20 de febrero ante la secretaría de trabajo, se terminó acordando la desvinculación de un total de 32.

No se trata de cargar las culpas contra Coca Cola sino contra un sistema de dominación que pese a su ausencia en la agenda mediática, ha subsistido a lo largo de la historia económica; sin bandera, sin arraigo y sin color político. Nunca ha perdido vigencia sino control y regulación.



BALANCE CONSOLIDADO 2015-2016

BALANCE CONSOLIDADO 2017-2018