miércoles, 6 de enero de 2016

Hacer política desde la anti-política


Muchas cuestiones actuales pueden ser atribuidas a la pasada administración presidencial que sucedió Mauricio Macri el 10 de Diciembre de 2015. Medidas económicas erróneas, ineficiencia y falta de suficiencia en las correctas, falta de planificación a largo plazo, malas alianzas políticas, manejos equivocados, falta de profundización en la tan anunciada “sintonía fina”, etc. Pero lo que no se le puede atribuir es haber dejado librado al azar cuestiones económicas, sociales y políticas.
                No caben dudas que el tan celebre “Cepo al Dólar” fue una de las tantas medidas equivocadas tomadas por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner; que apuntaba en un principio, a contener el drenaje de divisas al extranjero y a atemperar la marcha tradicional de fugar capitales, y que terminó no sólo por financiar la importación de autos de alta gama a un tipo de cambio subsidiado y el abastecimiento de dólares baratos para los turistas Argentinos que disfrutaban de sus vacaciones en el extranjero. Sino que desabasteció, como contrapartida, de los dólares necesarios para importaciones claves en la industria, en una economía con una estructura productiva desequilibrada como la nuestra. Y achicó empero, el stock de reservas del BCRA.
El 16 de Diciembre de 2015 el ministro de Economía, Alfonso Prat Gay, anunció el fin del mentado Cepo como una unificación del tipo de cambio. En concreto, una devaluación fenomenal del dólar y una transferencia de ingresos de los sectores medios y bajos a los de mayor ingreso. Una medida que libera una de las variables más importantes para generar empleo interno sustituyendo importaciones en sectores industriales mano de obra intensiva. Sumado a ello, la baja y eliminación de las importaciones en soja y trigo respectivamente en el mismo sentido desregulatorio.
Contraste evidente con la flotación administrada o sucia, si se prefiere, del gobierno anterior, que apuntaba a que las fluctuaciones cambiarias producto de la oferta y la demanda de un mercado reducido, no impactasen de lleno en las variables reales no financieras de la economía.
La devaluación más anunciada de la historia tuvo como corolario un aumento injustificado de los precios de la canasta básica, qué, por otra parte ninguna componente importada poseen en su manufacturación. Perjudicando el poder adquisitivo de los asalariados, que al no poder trasladar precios (porque lo que venden es fuerza de trabajo) de manera inmediata (hasta las próximas paritarias; si es que se dan), sufrieron y sufren las consecuencias directamente.

Las medidas son conocidas y repetidas. Lo cruento, no sorprende demasiado. Lo realmente innovador es que se implementen inmediata e instantáneamente desde un gobierno liberal que le ganó genuinamente y de manera democrática a un gobierno popular de 12 años consecutivos de medidas antitéticas, gracias a un aparato mediático muy eficaz y por medio de un discurso que convierte lo que antes estaba viciado de político en otra cosa supuestamente aséptica y pura. El gabinete de tecnócratas y súper-ejecutivos en absolutamente todos los espacios estaduales es la demostración que no se necesita privatizar las empresas del estado, sino que basta con desviar el eje social de las mismas y de los ministerios de los que ellas dependen. Dicha innovación política de gestionar anti-políticamente, esconde tras el velo de un discurso aterciopelado, carismático y a veces pretendidamente hilarante, los impactos socio-económicos de las políticas públicas.
No es posible de ninguna manera desvincular el Estado de la esfera Privada o viceversa, en todo caso, lo que siempre sucede, dependiendo del color del partido político a la cabeza es la supeditación de uno hacia otro en mayor o menor grado. Una forma; la primera, es política, la otra es anti-política.
Es necesario desmitificar la dualidad de Estado Presente/Estado Ausente. La tarea del Estado es indelegable y no puede ser erradicada, las divisas pueden ir a las industrias y al pago de deuda o pueden ir a los ahorristas, a los viajantes o a los importadores de bienes de lujo. Las retenciones pueden mantenerse altas, salvaguardando el mercado interno de la volatilidad de los precios de las commodities, o pueden ser muy bajas o nulas, favoreciendo a los grandes exportadores e importadores de productos extranjeros.  

Es, en todo caso una dualidad de decisión política/anti-política. La decisión anti-política no pretende obrar, no busca intervenir, no intenta regular y corregir las anomalías, sino que delega el quid de la política a la dinámica caprichosa de “Los Mercados”.