sábado, 23 de enero de 2021

La inflación en alimentos: fenómeno global; problema estructural en Argentina

    Que “Argentina exporta alimentos”, es una frase ya muy sonada. Pero lo más relevante de aquella afirmación es la elevada concentración de un mercado que, por su capacidad de colocación exterior de la producción, termina incidiendo de manera directa en la estructura de precios del mercado interno. Y no es justamente en los últimos eslabones de la cadena (supermercados) dónde ocurre la concentración, sino desde la cosecha.

Se puede distinguir un elevado grado de concentración en 3 instancias: propiedad de la tierra, producción y exportación. Según el Censo Nacional Agropecuario de 2018[1],  más de la mitad de la tierra productiva (51%) es controlada por apenas el 2,49% de los productores. El GINI de la tierra en 2018 se puede estimar en 0,8476, similar al 0,8403 de 1914. Lo que señala que la desigualdad en el campo no se ha modificado desde el fin de la división de tierras de la campaña del desierto.

La exnominación también es un factor distintivo de nuestra modernidad: las Explotaciones controladas por sus propietarios cayeron del 74% en 2002 al 69% en 2017. Y las controladas por Sociedades Anónimas crecieron del 20% al 24% en los últimos 15 años. En consecuencia, rastrear a los verdaderos dueños de la tierra, es una quimera de otra época.

En cuanto a la comercialización internacional de cereales, oleaginosas y derivados[2], apenas 10 empresas, de un total de 476 (es decir el 2%), explicó el 87% de las exportaciones en 2020:

DJVE – Granos acumuladas aprobadas 2020

Elaboración en base al MAGyP

Se trata de un puñado de empresas locales y extranjeras con gran capacidad de colocación externa de la producción nacional y cuyo poder en la fijación de precios repercute finalmente en el mercado interno. Es un mercado fuertemente oligopolizado con pocos actores que operan globalmente en distintos países productores.

Otro tanto sucede en el mercado cárnico, dónde hasta 2017 tan sólo 5 empresas concentraban el 60% de las exportaciones bovinas[3]

En 2020 el sector cerró con el mayor nivel de actividad en 11 años[4], la faena total de ganado bovino fue de 14.231.788 de cabezas. Y las principales 10 empresas, de un total de 398 (el 2,5%), fueron responsables del 22% de la producción[5] (pero si se tiene en cuenta que muchas de ellas pertenecen a un mismo grupo, la participación total asciende al 27%[6]):

Faena total por establecimiento

Elaboración en base al MAGyP

La producción medida en toneladas de res con hueso se incrementó 1,3% respecto de 2019 (de 3.134.000 a 3.174.456), sin embargo, las exportaciones crecieron en un 8,4% respecto del año anterior[7] y el volumen exportado representó una cifra récord: 28,9% de la producción total (917.200 Tn. res c/hueso). Eso se tradujo parcialmente, en un aumento sideral del 72,3% en los precios del mercado local, con un consumo interno cayendo a mínimos históricos de 49,7 kg por habitante:

Precio promedio (en $) de la hacienda vacuna. Período enero 2011 – diciembre 2020

Fuente: CICCRA, con datos del Mercado de Liniers S.A.

Los precios de los commodities agropecuarios son vitales en la estructura de los precios de los alimentos, ya que sirven de insumo y alimento para la ganadería y sus variaciones se trasladan también al precio de la carne. Cuando los precios internacionales de las materias primas suben, los incentivos a exportar aumentan. En consecuencia, la oferta interna se resiente y las empresas buscan obtener una rentabilidad igual o similar a la que obtendrían afuera por esos productos. Por ende, sin derechos de exportación (o retenciones), el traslado a precios internos de ese incremento sería homotético.

En el último año los precios internacionales de los alimentos aumentaron fuertemente, en parte por una mayor demanda de China, pero fundamentalmente por la emisión monetaria de Estados Unidos: Con la irrupción del Covid-19 en el escenario global, las economías de todos los países colapsaron y los bancos centrales se vieron obligados a apuntalar a las familias y las empresas con ingentes inyecciones monetarias.

Hoja de balance de la Reserva Federal de EEUU[8]

El 25 de marzo de 2020 EEUU aprobó por unanimidad el mayor rescate económico de su historia: la “Coronavirus Aid, Relief, and Economic Security Act” (CARES Act) un paquete económico de US$ 2,21 billones (10% del PBI) para salvar su economía.[9] Esto hizo que el dólar se depreciara fuertemente y que los activos nominados en dólares, la reserva de valor mundial, dejaran de ser atractivos en el mercado financiero:

Índice dólar

Frente a la pérdida de rentabilidad, los inversores se refugiaron en otros activos como los commodities, lo cual hizo que sus precios se disparen:

Precio internacional de la soja

 

Precio internacional del maíz


Precio internacional del trigo

 

Los precios de las materias primas locales acompañaron la evolución de las subas internacionales. Y como consecuencia de una menor oferta interna producto de mayores exportaciones, los precios en el mercado interno sufrieron el impacto. Incluso con derechos de exportación instaurados, no se pudo contener tan flagrante variación global.

En el mediano plazo nada indica que la tendencia global vaya a modificarse, sino todo lo contrario. Goldman Sachs prevé un nuevo super ciclo de los commodities similar al que tuvo lugar a comienzos del siglo XXI[10]. En suma, el gobierno de Estados Unidos aprobó una expansión del paquete económico de marzo por un total de US$ 900.000 millones para sostener su alicaída economía[11]. Además, el flamante presidente Biden anunció un nuevo paquete récord: el American Rescue Plan, por un total de US$ 1.9 billones[12] (US$ 1.900.000.000.000), lo que pude implicar una mayor depreciación del dólar frente al resto de las divisas y una mayor suba de activos alternativos (cripto divisas, oro y fundamentalmente commodities), como reserva de valor. Pero al ser una realidad no excluyente de la economía norteamericana y estando todos los países haciendo políticas monetarias y fiscales expansivas, se pueden esperar desvíos masivos en la composición de las inversiones globales. Fuera de todo razonamiento conspirativo sino puramente económico, no es casualidad que Bill Gates se convirtiera desde principios de año en el principal propietario de tierras agrícolas de EE.UU.[13]

Esto supone un desafío enorme para la economía argentina. Preservar el bolsillo de las y los trabajadores frente a la suba de los alimentos requiere de un mayor control, no solo en los últimos eslabones de la cadena de comercialización sino en el núcleo de producción. Con una estructura productiva eminentemente concentrada, alternativas como una empresa estatal que determine el sendero de la soberanía alimentaria resultaría fundamental.

YPF marca el rumbo en el mercado hidrocarburífero y Aerolíneas Argentinas lo hace en el aerocomercial. Sin embargo, y a pesar de estar insertos en la división internacional del trabajo como país agroexportador mucho antes de tener aviones o producción hidrocarburífera, no contamos con una empresa Estatal testigo que marque el camino a seguir para el sector alimenticio. Es momento de mayor creatividad y decisión política, cuando los herramentales clásicos para modelar el capitalismo en un sentido socialmente justo y equitativo están encontrando sus límites.

Según el índice de Precios de los Alimentos que elabora la FAO, en 2020 los alimentos alcanzaron un máximo en tres años: un total de 97,9 puntos[14]. Lo que a su vez representa una suba del 3,1% respecto del 2019. Si la tendencia continúa (y nada hace pensar lo contrario) el mundo y sobre todo Argentina con una economía agroexportadora tan concentrada, puede enfrentar algunos problemas en el mercado interno.

En cuanto al Índice de Precios al Consumidor que elabora el INDEC, en 2020 todos los alimentos (Pan y cereales, carnes y derivados, leche, productos lácteos y huevos, aceites, grasas y mantecas, frutas, verduras, tubérculos y legumbres) estuvieron por encima del nivel general de inflación:

IPC - Nivel general vs alimentos

Elaboración en base al INDEC 

Si se considera el rubro alimentos y bebidas en su conjunto, puede verse cómo en el último año se duplica la brecha respecto del nivel general. En 2018 la brecha era 3,6 puntos porcentuales, en 2019 de 3 pp., para ubicarse en 6 pp. en el 2020:

Elaboración en base al INDEC

La suba de los commodities mundiales puede representar una oportunidad inmensa para resolver cuestiones de crecimiento y endeudamiento con una mayor recaudación por exportaciones e ingreso de divisas, pero también un problema significativo si ese crecimiento no se distribuye o si esa distribución es devorada por subas de precios internos que devienen del exterior.