Es evidente que en el gobierno de
“las formas” ningún detalle es librado al azar y menos cuando se refiere a lo
comunicacional. Es falaz, que el gobierno de Mauricio Macri no sabe comunicar o
no comunica bien, un caballito de batalla extendido y repetido por quienes
justamente por aquellos comunicadores que sintonizan políticamente con la
gestión.
Pero el sostenimiento de las
noticias falsas encuentra un límite natural. Un límite que no tiene que ver con
la capacidad comunicacional como se pregona, sino con un limite ideológico. Al
gobierno se le dificulta y no puede mentir respecto de su pensamiento más
profundo, de lo que hace a una concepción política y de su verdadero proyecto
político y social. En éste punto, el gobierno busca ser determinante y rotundo:
Su desprecio a la política de derechos humanos.
Su deliberada ridiculización a referentes
y organismos que luchan por el esclarecimiento de crímenes de lesa humanidad se
mezcla con una perversa política reivindicatoria y profundamente simbólica del
genocidio de estado. No es casual que se de a conocer una lista con participes
de la represión, candidatos a recuperar la libertad justo por estas fechas. Tampoco
es aleatorio que se extienda la idea de que pueda ser liberado Alfredo Ignacio Astiz, que se le otorgue la
domiciliaria a Miguel Osvaldo Etchecolatz (pese a que la justicia diera marcha
atrás) o que se recorte el financiamiento a los programas de memoria. En suma,
todo ello busca “acercarnos” y achicar la grieta, busca que los argentinos de
una vez por todas “perdonemos” y nos demos la mano los unos a los otros. Lo que
no se nos comunica, es que, del otro lado de la grieta, algunos tienen las
manos manchadas de sangre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario