lunes, 28 de agosto de 2017

Del asedio del Remington al asedio mediático


Cuestiones del pasado que parecían estar saldadas, vuelven a surgir, poniendo de manifiesto que la pretendida paz social evocada por los poderes establecidos nunca fue tal, sino que escondieron bajo la alfombra los conflictos de la tierra y los pueblos que desde el origen las habitaron. Un perdón unilateral y por parte de los victimarios. Así de descabellada es la historia que no se nos es enseñada en el colegio.

Nuestra democracia está plagada de deudas sociales, pocas generan tanta inquina como la expoliación del territorio a nuestros indios. Reabierto hoy el debate a raíz de la desaparición forzada de Santiago Maldonado a manos de la Gendarmería Nacional, no cuesta darse cuenta de que, para más de uno, la cuestión indígena sigue siendo tabú y despertando odio, no sólo en la oligarquía terrateniente y protagonista directo del genocidio sino de las clases medias y bajas que con la única tierra que cuentan, es la de alguna maseta.

Otra vez la cuestión mediática vuelve a permear transversalmente e influyendo sobre las decisiones electorales de la población. Increíblemente, se vuelve a plantear al indio como una amenaza que se adjudica linajes ancestrales para sacar ventaja del Estado. Son vagos, planeros y especuladores que lo único que quieren es que les regalen tierra sin hacer nada.

Obviamente la cuestión es mucho más profunda que lo que se plantea en la Tele y se lee en Twitter. Argentina se mal formó sobre las bases de una distribución del suelo profundamente inequitativa.
De Rosas a Roca, la tierra confluyó sobre escasísimas manos que sacaron una tajada de su renta extraordinaria. Para tal empresa, hubo de haberse exterminado previamente al indio impuro que la habitaba.

Se escucha fuerte, y bien, el repudio a la desaparición forzada de Santiago, pero nada se dice de la estigmatización que se hace del indio y del tema subyacente: la tierra que ocupan. Otra vez como en 2008, la clase media Argentina vuelve a apoyar al “Campo” en la cruzada mediática a pesar de estar auto infringiéndose, en definitiva, cierto perjuicio. No son los intereses de las mayorías, nada tiene que ver el pueblo con los grandes sojeros y ganaderos, que sin retenciones habrían de poner la producción nacional a precio dólar.


Si bien puede que sea cierta la proclama de que a todos nos corresponde una parte del suelo en el que nacimos, la única realidad es que la tierra está concentrada. Ayer lo hicieron con fusiles Remington. Hoy lo hacen con tanques mediáticos.

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