jueves, 17 de agosto de 2017

Los pasos para el fraude sistemático

Colegios enteros dignos de municipios completamente anti Kirchneristas, mesas irracionales que votan toda la lista excepto su cabeza, asimetrías de información, diferencias numéricas y carga diferenciada para torcer la tendencia y ganar en rating televisivo parecen explicar una operación sistemática planificada para generar un impacto directo en la opinión pública.

Reiteradas veces se ha dicho que las Elecciones Primarias son una “gran encuesta”. Una especie de plebiscito previo al resultado final de las elecciones definitivas. El caso es que, como toda encuesta, puede tener un doble propósito: Medir y marcar. Medir: el nivel de afinidad con tal o cual partido y/o candidato y marcar: influyendo sobre el voto los indecisos por la opinión de la mayoría.

En tiempos de obsesión por la rapidez y tecno-filia resulta seductora la idea de un sistema de votación electrónico que “agiliza” los tiempos del comicio. Lo pretendido “de avanzada” choca de bruces con la posibilidad de auditar todo el proceso, lo que ineluctablemente no pasa con el sistema “vetusto” de papel.

Luchas innumerables para generar una democracia cada vez más directa eliminando intermediarios habrían sido en vano. Delegando todas las facultades cívicas a una empresa privada que desarrolla un software y otra que desarrolla un hardware para su implementación. Un derecho vital de muchos en manos de unos pocos comerciantes electorales.

El mensaje es muy claro (y como no podía ser de otro modo, muy parecido al argumento privatista de los noventa): “Si el sistema que tenemos ya funciona mal; un sistema nuevo nunca puede ser peor”


No sólo renombradas voces como Natalia Zuazo en Argentina o Brad Friedman en Estados Unidos se oponen al voto electrónico, sino también, Estados como Alemania, Holanda y aquellos en los que frustradas experiencias pasadas dieron cuenta de su probada ineficacia. ¿Probada ineficacia para quién?

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