Bajar los impuestos ha sido siempre una bandera del ala
derecha de la política, los que mas tienen menos quieren pagar.
En los últimos días ha vuelto, de la mano al aumento del mínimo
no imponible, un cliché de los años 90, que la gente “vota con el bolsillo”.
Este supuesto busca imponer que el que vota solo por un beneficio económico es
un ser egoísta y despreciable.
En los años 90 los medios concentrados vendían la creencia
de bolsillos abultados sin mencionar que la insustentable convertibilidad estaba
destruyendo el aparato productivo Argentino. La reducción que hoy tiene el
impuesto al ingreso apunta a fortalecer y ampliar el cada vez mas consolidado
mercado interno que se ha desarrollado en la última década. La contrapartida no
busca ser, como pretendería la pragmática ortodoxia económica, un férreo ajuste
sobre la demanda, sino trasladar el gravamen a otros sectores que aún no
aportan al fisco como la extraordinaria renta financiera.
Otro estímulo al consumo sería la modificación del Monotributo, pero todas las modificaciones impositivas deben estar bien estudiadas,
ya que repercuten directamente sobre la
recaudación que capta la AFIP y que luego se redistribuye ingresando nuevamente
en el sistema productivo.
¿Qué otro motivo hay, a la hora de votar, que la propia
situación económica? ¿A quién se le ocurre que alguien puede votar a un partido
que promete reducir salarios, pensiones, jubilaciones y asignaciones? Quizá hoy
suene más lógico votar con el bolsillo, ya que el crecimiento está sustentado y
los índices de equidad han mejorado notablemente, pero en un país con tan
escasa cultura contributiva como la Argentina, la medida del gobierno señalada
como electoralista, no asegura la posibilidad de revertir en Octubre el
resultado de las elecciones Primarias de Agosto. Más bien supone efectivizar la
tan mencionada profundización del modelo tan preconizada por los sectores
oficialistas que han sabido repasar las críticas para mejorar el rumbo de la
gestión. Pretender un reconocimiento por parte de la oposición sería mínimamente
descabellado ya que su rol es obstruir la gobernabilidad del Frente Para la
Victoria, si existe algún tipo de reconocimiento éste va a ser por parte del
electorado, pero solo después de Octubre cuando se conocerá si el pueblo validó
o no la corrección del gobierno teniendo en cuenta el contento que el beneficio
económico permite imaginar.
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