A partir del
2010 con la muerte de Néstor Kirchner, se
había despertado en la juventud argentina la curiosidad por la participación
política. Un fenómeno similar al reverdecer democrático de los años 80, en los
que un aluvión juvenil se había volcado a la militancia con la convicción de construir
un mejor país.
Horadado por el
asedio mediático, el enamoramiento inicial empezó a esfumarse para, en 2015,
darle paso a un gobierno de signo político opuesto.
La familia
Macri siempre estuvo asociada con la construcción de obra pública que le
otorgaba el estado y desde que asumió la primera magistratura, las empresas que
le pertenecían él o las que eran propiedad de sus amigos, se vieron
beneficiadas con licitaciones públicas para la construcción de obras.
Pero la
administración Macrista no solo vino a hacer negocios a costa del estado, su
objetivo ulterior sigue siendo reinstalar la despolitización que reinaba en los
años 90, en los que un clima aparentemente aséptico de tintes partidarios era
el garante del republicanismo argentino.
La anti
política mediática batalla a capa y espada, como lo hacía entonces, para
proteger a los funcionarios que otorgan negocios a privados. La movilización popular
es demonizada y denigrada hasta el hartazgo y reprimida en caso de ser
necesario. Los medios opositores son silenciados con la quita parcial o total
de pauta oficial mientras los medios amigos son premiados con aumentos, cesiones
de licencias o autorización de fusiones.
Esta vez, la
despolitización va más allá de un mero rasgo o una consigna que caracteriza a
la administración de turno, es un nuevo paradigma que busca censurar la politización
permanente de la que el Kirchnerismo usufructuó por tanto tiempo. Néstor y
cristina se sirvieron de la polarización que generaba la interpelación
constante para construir poder y gobernar.
En el paradigma
despolitizador, el hartazgo es la norma y la vuelta del “que se vayan todos”,
la meta. Su objetivo final es cederle la gobernancia del país a las
corporaciones (que a diferencia de los 90’, ésta vez llegaron al poder) y que
quien gobierne sea la mano invisible del mercado.
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