sábado, 29 de noviembre de 2014

LA OBSESIÓN CON LA RAPIDEZ


Cuando llegamos a fin de año también llegamos a la conclusión, en muchos casos, de que el año se pasó “volando” (si fue un buen año). Lo que no nos preguntamos es por qué sucedió así y por qué transcurrió, a nuestro parecer, en un lapso de tiempo inferior en comparación con años pasados. Es ahí donde la cuestión de la celeridad diaria entra en acción, haciéndonos creer que hemos vivido por demás veloz.

¿Quién o quienes nos apuraron y por qué lo hicieron? ¿Quién saca ventaja de que nosotros optemos prontamente en tomar algunas decisiones en nuestras vidas?
Parece una cuestión demasiado filosófica, pero no lo es tanto. De hecho, día a día convivimos con anuncios que nos apuran para consumir productos que se venden como vitales. Una necesidad nace cada día con la oportunidad publicitaria y creemos que adquirirlos constituye una situación de vida o muerte.

Las marcas apuran constantemente a sus compradores, ya que alguien en apuros no toma buenas decisiones y es justamente lo que necesitan. Puesto que una buena decisión requiere de tiempo y mesura, y por lo general, con ambas no se tomaría la decisión de consumir efímero e irrelevante producto.`


Es una invitación a pensar cómo incurrimos en nuestras decisiones y la ausencia de ellas, debido a que la voluntad impuesta por la publicidad, produce una fuerte reacción en nuestras vidas. Decidir qué hacer y en que tiempos es una libertad y un derecho inalienable que ninguna corporación nos puede quitar.

OBSESIÓN CON LA RAPIDEZ

No hay comentarios:

Publicar un comentario