domingo, 24 de agosto de 2014

La primera deuda Argentina y la distribución del país

El 19 de agosto de 1822 se sanciona  la ley que posibilitaría al país acceder a un empréstito con la firma Baring Brothers £1.000.000. Los fondos del empréstito debían ser utilizados para la construcción del puerto de Buenos Aires, el establecimiento de pueblos en la nueva frontera, y la fundación de tres ciudades sobre la costa entre Buenos Aires y el pueblo de Carmen de Patagones. Además debía dotarse de agua corriente a la ciudad de Buenos Aires. Nada de ello se concluyó y en consecuencia se embargó a la Nación argentina de por vida, sentando presidencia de una costumbre de la política económica nacional.
El empréstito tuvo como objetivo la justificación categórica la enfiteusis de Rivadavia de 1926 que establecía una apropiación arbitraria e inequitativa del suelo argentino. Fue éste el verdadero propósito del primer endeudamiento, ya que las tierras dadas en arrendamiento producirían una renta que garantizaría el pago de la deuda contraída 4 años antes, una especie de Huevo-Gallina. Las tierras no fueron compradas al estado, ya que el pensamiento liberal de Rivadavia sostenía que el pago por las mismas inhabilitaba a los hacendados a realizar inversiones para hacerlas productivas. En palabras del mismo José Alfredo Martínez de Hoz, nieto de Miguel Martínez de Hoz (beneficiario de la repartición de tierras de la campaña del desierto), en su libro “Enfiteusis y arrendamiento vitalicio en la Argentina y Nueva Zelandia”: “De manera que la enfiteusis rivadaviana fue el medio que se adoptó para evitar que se quedasen sin explotar las tierras públicas que no podían enajenarse en virtud de encontrarse inmovilizadas afectadas en  garantía del cumplimiento de la deuda pública. Ese fue su mérito y no otro.”
El crédito fue fundacional de la Argentina que heredamos, una deuda con ribetes de injusticias y sinsentidos, donde el statu quo parece inamovible y los que nacieron luego de la distribución originaria del territorio corren con la profunda desventaja que no tienen las familias patricias.


En el segundo bicentenario y con otro imperio interino, el yugo de la deuda vuelve a ser un tema acuciante que amenaza el futuro de las próximas generaciones. Esta vez, el objetivo no se directamente la distribución de la tierra sino la distribución de los recursos, posibilitando el desarrollo del país. Fue justamente bajo la dictadura de 1976 con José Alfredo Martínez de Hoz cuando la deuda se convirtió en el instrumento de la dependencia de los países subdesarrollados y se incrementó de manera exponencial en los años siguientes, inhibiendo el crecimiento de la nación.

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