sábado, 16 de julio de 2022

El tiempo de ser radicalizado

La molicie económica que se sostuvo hasta 2015, era una invitación para la moderación de un discurso constantemente beligerante que, paradójicamente, hizo posible la materialización de ese bienestar generalizado. El intento de moderación con la elección de un pre candidato de centro como Daniel Scioli, no alcanzó para contrarrestar el hastío de una sociedad permeada por los medios de comunicación hegemónicos obstinados en des historiar el progreso social y horadar la imagen pública de quienes lo vehiculizaron.

Sin entrar en el derrotero 2016-2019, las dificultades producto de la pandemia COVID-19 y la guerra en Ucrania chocaron con un gobierno que había ganado con un discurso eminentemente moderado y consensualista.

La realidad actual configura un escenario político diametralmente opuesto al del 2015. Escenario en el cual la moderación necesaria para ganar las elecciones, hoy no es siquiera una alternativa. El surgimiento de una derecha ultra conservadora que propone arrasar con el más mínimo de los derechos alcanzados por la lucha social, atenta con la posibilidad de definir estrategias que no impliquen confrontación.

Ninguno de los problemas actuales de Argentina se resuelve con diálogo y consenso. Eso podía haber sido viable en 2014 cuando la economía estaba relativamente tranquila y las necesidades materiales un poco más resueltas.

La necesidad de implementar reformas estructurales en pos de las grandes mayorías, se da de bruces con un poder real mucho más fuerte, gracias a la concentración de la riqueza a nivel nacional y global. Para contrarrestar la vehemencia de proclamas defensoras de una ignominiosa desigualdad, es imprescindible más que la voluntad política, se requiere una mayor radicalización tanto discursiva con efectiva.


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