sábado, 15 de julio de 2017

NUEVO MAPA DE MEDIOS: Cablevisión compra a Telecom Argentina

Empieza a materializarse aquello que intentaba impedir la ley de servicios de comunicación audiovisual

El pasado viernes 30 de junio Cablevisión y el Telecom Argentina acordaron su fusión, de esta manera se convierten en la primera empresa con capacidad operativa para brindar “cuádruple play” (telefonía fija, móvil, internet y televisión) a partir del 1 de enero de 2018, cuando entre en vigencia el nuevo marco normativo. Fintech tendrá el 41,27% y Cablevisión Holding el 33% de la telefónica y el remanente cotizará en bolsa. En suma, Cablevisión Holding S.A será quien designe la mayoría de miembros del Directorio, Comité Ejecutivo, Comité de Auditoría y Comisión Fiscalizadora del nuevo emporio mediático.

En efecto, el nuevo consocio controlará el 49% de la telefonía fija; el 32% de la telefonía móvil, el 55% de las conexiones a Internet por banda ancha fija, el 33% de conectividad móvil y el 53 de tv paga.

                Si bien resta la aprobación del otrora Ministerio de Comunicaciones, hoy reconvertido en Ministerio de Modernización, la fusión implica un control virtualmente monopólico de las comunicaciones de diversas zonas del país. Como por ejemplo en Córdoba, dónde Fibertel-Cablevisión ya controlan el 95% del mercado de banda ancha. 





sábado, 1 de julio de 2017

Populismos de derecha. Conservadurismos de izquierda


“El primer presidente de Facebook”, le dijo el 21 de Enero de 2015 Sheryl Sandberg, directora operativa de la compañía, al flamante presidente argentino en una reunión en Davos

Habría que redefinir la palabra popular para poder comprender más de cerca los nuevos fenómenos democráticos surgidos en los últimos tiempos, en los que representantes del sector empresarial llegaron a la presidencia de sus países. Sebastián Piñera en Chile, Mauricio Macri en Argentina, Donald Trump en Estados Unidos, Emmanuel Macron en Francia, etc.

En el siglo pasado, en política, la palabra popular estaba directamente asociada a gobiernos con una mirada social inclusiva, un eje centrado en la redistribución de los recursos y soberanos desde el punto de vista de la determinación de sus políticas puertas adentro.
Popular era algo más que ser sometido a la voluntad popular, implicaba no solo los objetivos sino la forma en que serían llevados a cabo, una configuración más holística de lo que la palabra implica hoy día.
La palabra "popular" viene del latín popularis y significa "relativo al pueblo, que le gusta al pueblo". Su interpretación actual parece retornar a su definición etimológica. Dejando a un lado “lo que le conviene al pueblo” por “lo que le gusta al pueblo”. El trasfondo no es funcional sino meramente visual. Facil y vacio como un me gusta en Facebook e Instagram o un favorito en Twitter.
La popularidad hoy se mide en publicaciones compartidas o “me gusta” virtuales. Dichos gobiernos entendieron esto y montaron un mecanismo de propaganda vía redes sociales altamente penetrante y efectivo. Indistintamente del sector social de pertenencia, basta tener un dispositivo que se conecte online para ser inoculado con las directivas comunicacionales.

El grado de masividad convirtió a las otroras derechas reaccionarias y radicalizadas en fenómenos populares con amplio grado de aceptación. Supieron renovarse, agiornarse y reconvertirse gracias a las nuevas tecnologías. Lo que los gobiernos de izquierda que, estando en funciones, no supieron avizorar o no quisieron hacer. Se quedaron anclados a un modo comunicacional vetusto y anacrónico, ya sea por convicción o por omisión.
Al fin y al cabo, las izquierdas latinoamericanas conservaron sus modos originales de dirigirse hacia el pueblo perdiendo aquella popularidad original, de gustar y ser gustado. Pasaron a formar parte de lo establecido, que aburre más que enamora, encanta o ilusiona. Como reguero de pólvora, el desagrado culminó en vastos países, con la victoria de aquellos gobiernos liberales que no proponían una nueva forma de hacer política. No se diferenciaban por contar con un innovador plan económico. No proponían mejoras en el panorama social. Sino que, supieron implementar como denominador común, eficientemente, una novedosa estrategia comunicacional de saber gustar.


                El Statu quo venezolano ya es innegable y es un ejemplo paradigmático de la falta de voluntad o incapacidad de renovación. No se puede objetar que la campaña del Frente Para la Victoria de 2015 también tuvo parcialmente, algo de éste rasgo distintivo de la democracia venezolana. Teniendo en cuenta las elecciones de medio término de 2017 el ganador será quien mejor sepa interpretar los nuevos gustos de consumo político de los electores y mejor estructure su estrategia comunicacional.

Endurecer la posición para mostrar decisión


¿Es extremar una medida anti popular, la mejor manera de sumar adeptos frente a futuros comicios nacionales?
El común diría que no. Pero, ¿qué tal si el meta mensaje de tal posición extremada se asimilase por el inconsciente colectivo como sinónimo de fortaleza gubernativa, demostración de voluntad política o capacidad de resolución de conflictos?
Anti intuitivamente, la profundización de una medida imperativa puede suscitar, no el rechazo de los que ya son opositores, sino la adhesión de aquellos incautos que no definen aún el destino de su voto ya que no cuentan con filiación política o simpatías por precandidato alguno. Es justamente este indefinido colectivo despolitizado quién termina decidiendo los destinos de las elecciones las más de las veces, como se pudo ver en las últimas elecciones.
Un gobierno que no reprime una protesta que impide el transito puede ser visto como garante de los derechos sociales estatuidos en la constitución o como indiferente y pasivo ante la vulneración del derecho privado a la libre circulación, dependiendo del grado de simpatía del ciudadano.
Sea cual fuere el hecho social, desde la quita de medicamentos a jubilados “que no lo merecen”, pensiones que fueron “prebendas del gobierno anterior”, recortes en las partidas presupuestales de programas “destinados a mantener vagos” o “el desalojo de delincuentes que coartan la libertad de circulación automotora”, son juzgados como positivos y suman simpatías y voluntades. El electorado volátil no condena la violencia ejercida por el gobierno o por su brazo armado policial, ya que materializa sus propios deseos de ejercer una violencia que el propio estado sí condena con leyes.
La difundida creencia de que el que reclama es un vago mantenido con los impuestos del asiduo contribuyente, tampoco discrimina entre necesidad y corrupción, del que se aprovecha de la generosidad de los programas sociales o los que se encuentran en una situación de vulnerabilidad efectiva. Inclusive, el odio puede llegar al punto de convalidar políticas que podrían tener externalidades negativas, como la quita de 18 vacunas gratuitas que previenen de epidemias a la sociedad.

                Por consiguiente; “si un gobierno es capaz de tomar estas ‘medidas tan dolorosas para sus funcionarios’ entonces no le va a temblar el pulso para defender los derechos de ‘los que nos rompemos el lomo trabajando’ y se va a ocupar de ‘nosotros’ cuando sea necesario y lo juzgue conveniente”