Pese al sobre endeudamiento de 2016-2019 y por medio de las renegociaciones de 2020, Argentina no tiene hoy un déficit excesivo. En 2021 el déficit financiero fue del 4,5 por ciento del PBI, mucho menor al de países desarrollados y otros similares en vías de desarrollo. Sin embargo, se reiteran las exigencias por bajar el déficit, precisamente por quienes hicieron todo por engrosarlo a través de la deuda.
La renegociación de la deuda con
acreedores privados de 2020 equivalió a un ahorro de 37.700 millones para el
periodo 2020/30, despejando el horizonte de vencimientos de corto plazo. A su
vez, la reducción de la tasa de interés del 7 al 3 por ciento redujo la
insostenibilidad de la deuda, lo que hubiese redundado en un mayor déficit
financiero e indefectiblemente a una cesación de pagos.
No es cierto que Argentina tenga
un elevado déficit fiscal, lo que Argentina tiene es una elevada evasión fiscal,
equivalente al 9 por ciento de la recaudación o al 2,74 por ciento del Producto
Interno Bruto según CELAG. De acuerdo con Tax Justice Network, sólo la evasión de
individuos y multinacionales en Argentina equivale a 2.684.956.110 dólares por
año.
Existen dos maneras de reducir el
déficit: aumentando la recaudación o achicando el gasto. El problema surge
cuando la cantinela de bajar el déficit se combina con la
cantinela de bajar impuestos, en ese punto se genera una contradicción
insalvable que solo puede explicarse con un mal sofisma.
La cantinela
La reiterada insistencia de los
sectores dominantes con sus representantes políticos por bajar el déficit, oculta
sus verdaderas motivaciones y se parapeta en una supuesta reducción de la
inflación para legitimarse. Sin embargo, la metodología que proponen para
reducir el déficit es siempre la misma: achicar el gasto.
El gasto público busca subsanar
las inequidades que el sistema no resuelve por sí solo, dado que existen
actividades que no son rentables desde el punto de vista economicista y es el
Estado quien debe garantizarlas en pos del bien común.
En ocasiones la intervención del
Estado genera crowding out, es decir, un corrimiento del sector privado
por el sector público en aquellas actividades que sí son rentables. La
ortodoxia sostiene que es el sector privado el que está más capacitado para
llevarlas a cabo, porque es quién asigna los recursos de manera más eficiente.
Es indiscutible que es el sector
privado quién mejor asigna los recursos en una economía, pero ello se realiza
sobre la base de la maximización del beneficio. Si el estado no interviniese
por medio del gasto o, mejor dicho, la inversión pública, sólo aquellas
actividades más rentables serían las que se llevarían a cabo, mientras que las
que no generan una ganancia efectiva carecerían de sentido económico y no existiría
oferta.
Entre 2016 y 2019 rigió una
lógica de mercado sobre los servicios públicos. Las tarifas a valores
internacionales, sin relación alguna con el poder adquisitivo, provocaron una
transferencia de ingresos desde la sociedad a las empresas energéticas. El
sentido social que impera en el concepto de los bienes y servicios públicos
desvela a los sectores que ven las cuantiosas ganancias que podrían obtener con
el corrimiento absoluto del Estado.
Por otro lado, el 66% del gasto público
lo compone el sistema de seguridad social: jubilaciones, pensiones, asistencia
social, etc. Otra contradicción en la que se incurre cuando se arguye la
imperiosidad de reducir el gasto, pero se hace demagogia reclamando aumentos en
los haberes.
Sin un sistema público de reparto
es muy probable que los ingresos de los sectores más desfavorecidos no puedan siquiera
cubrir las necesidades básicas, tal como ocurrió cuando las AFJP se hicieron
cargo del sistema previsional.
El déficit en el mundo
En 2021 Argentina tuvo un déficit
financiero del 4,5 por ciento como porcentaje del PBI, muy por debajo de países
como Estados Unidos (16,7 por ciento), Bolivia (9,5 por ciento), Japón (7,6 por
ciento), Islandia (8,9 por ciento), Australia (7,8 por ciento), Chile (7,5 por
ciento), Italia (7,2 por ciento), Colombia (7,1 por ciento), España (6,9 por
ciento), Francia (6,5 por ciento) o el Reino Unido (6 por ciento).
Con el 4,5 por ciento de déficit registrado
en 2021, la inflación en Argentina cerró en 50,9 por ciento, mientras que en
los países mencionados la inflación fue: 7 por ciento en EEUU, 0,9 por ciento
en Bolivia, 0,8 por ciento en Japón, 5,1 por ciento en Islandia, 3,5 por ciento
en Australia, 7,2 por ciento en Chile, 6,5 por ciento en España, 2,8 por ciento
en Francia y 5,4 por ciento en Reino Unido.
El déficit no es causal de
inflación. Déficit e inflación son dos resultados. En tal sentido, la inflación
se explica por la emisión monetaria con la que se financia parte del gasto y
con la tasa de interés que se paga por el dinero prestado. Por ello sigue
siendo necesaria una reforma tributaria progresiva que cubra eficientemente las
erogaciones que realiza el Estado y una reducción en la tasa de política
monetaria consistente con el crecimiento económico.
Privatizaciones como soluciones
inmediatas
En épocas de crisis resurge con
virulencia el discurso privatizador con el argumento de achicar gastos.
Discurso en el que Aerolíneas Argentinas es una abonada casi exclusiva.
Según los estados contables de la
empresa, en 2021 la asistencia del Estado nacional fue $72.797.718.843, equivalente
al 0,16 por ciento del PBI. Sin embargo, el resultado del Producto Bruto Aeroportuario
generado por Aerolíneas equivalió a 861.076.158 dólares, el beneficio económico
para los pasajeros alcanzó los 330.681.438 dólares, los turistas receptivos
internacionales y los turistas internos transportados aportaron un total de 977.226.928
dólares y de acuerdo al indicador de conectividad Aerolíneas Argentinas implicó
una contribución a la economía argentina que alcanzó los 611.114.768 dólares para
todo 2021. Un impacto positivo total de 2.780.099.292
dólares (0,4 por ciento del PBI).
Las externalidades positivas de
contar con una aerolínea de bandera quedaron de manifiesto con la irrupción de
la pandemia, cuando la emergencia sanitaria obligó a comprar de urgencia
material sanitario y vacunas. Y posteriormente para la recuperación del sector
turístico, uno de los más afectados por el virus. En efecto, Aerolíneas
Argentinas fue clave para los $99.000 millones generados por el Pre Viaje 2021.
La reducción del déficit hoy no
es sólo una demanda de los sectores económicos que se beneficiarían con el
corrimiento del Estado, sino que es una imposición directa del FMI como garante
del capitalismo financiero global. La economía es un ámbito de constante
disputa de intereses y lo que en apariencia puede resultar lógico desde una
perspectiva individual, no aplica a nivel agregado en un país.