martes, 28 de agosto de 2018

La segunda financiarización. Los planes Económico-políticos del gobierno de Mauricio Macri.



           La primera financiarización de la economía tiene lugar con la aplicación del modelo rentístico-financiero durante la última dictadura cívico militar entre los años 1976 y 1983. Es dónde tiene su origen la liberalización de la economía nacional, el destrozo del aparato productivo y la especulación financiera que sentaron las bases de la inercia inflacionaria y la pobreza estructural que aquejan a nuestra sociedad.

Se puede vislumbrar que el modelo macrista se basa en 2 pilares fundamentales. Un plan económico basado en la especulación financiera y un plan político basado en la despolitización, directamente vinculado al primero.

            El plan económico tiene a su vez, 2 ramificaciones: el plan teórico y el plan real. El Teórico es el que se puede anunciar libremente y se publicita de manera abierta y desembozada en los medios afines. Consiste en sincerar las variables económicas mediante una actualización de los precios relativos de la economía nacional y bajar la inflación reduciendo el déficit fiscal, ya que, desde un punto de vista ortodoxo, el causal inflacionario se explica por la emisión monetaria que realiza el estado para financiar sus gastos. El problema es que la contrapartida de esos gastos son principalmente jubilaciones, pensiones, asignaciones familiares, sueldos de maestros, médicos, policías, obra pública, etcétera.

Cómo “la emisión genera inflación”, lo que el estado “debe hacer” es endeudarse en los mercados internacionales, esos dólares venderlos en el mercado de cambios (eso explica gran parte del atraso cambiario en la primera etapa del Macrismo) y ofrecer, además, una tasa de interés real positiva (que sea más alta que la inflación) para atraer capitales privados internos; para que no gasten provocando inflación y externos; para fortalecer el ingreso de divisas del exterior.

Está claro que la salida del cepo k (o el control cambiario impuesto en 2011, como quiera leerse) fue una salida obligada más que una gentileza económica de campaña, para dar lugar a un modelo de especulación financiera.

Las altas tasas garantizadas por las Letras del Banco Central impulsaron un traslado de capitales que se otrora se reinvertían en la producción real, hacia la economía financiera, como fondos que los bancos utilizaban para dar créditos productivos. Creando una bola de deuda que hoy supera la base monetaria (billetes y monedas en circulación). Ese endeudamiento interno de corto plazo (36 días) en pesos, hoy se está reconvirtiendo en otro instrumento financiero de mediano plazo (182 días) y en dólares: Letras del Tesoro. Muy inteligente por parte del mejor equipo económico en cambiar la denominación de la deuda a una moneda que argentina no produce, no controla y cada vez es más escaza.

A la vulnerabilidad que implica estar sobre endeudados, se le suma estar sobre endeudados en dólares. Una posible suba de la tasa de interés de la taza de los Estados Unidos provocaría una salida masiva de fondos hacia el país del norte en busca de mayor rentabilidad o menor riesgo.



                El real, es el que subyace en toda lógica de ajuste. La austeridad, el menor gasto y por ende menor consumo es lo que lleva a que los comerciantes no encuentren razonable aumentar los precios, así la inflación tendería a bajar ineluctablemente. Por lo cual, el salario real es el que tiene que bajar. Si se anunciara baja nominal en los sueldos sería un escándalo de proporciones, por lo que los gobiernos ajustadores dejan que sea la mismísima inflación la que erosione el poder adquisitivo.
Al dejar que los salarios pierdan ante la inflación el ajuste contractivo impacta en los niveles de actividad. Las empresas ya no necesitan tantos empleados porque venden menos y empiezan con el recorte en sus plantillas. La masa de desocupados hace que exista mayor gente que quiera trabajar por un sueldo menor, impactando también sobre los asalariados que se encuentran en actividad, que no van a poder aspirar como quisieran, a actualizaciones en sus ingresos, condicionados por un ejercito de reserva dispuesto a trabajar mas horas, con menos derechos laborales y a un precio más “competitivo”.

Estos menores salarios que los empresarios pagan por el trabajo son sinónimo de mayores ganancias. Es lo que se llama transferencia de ingresos o redistribución negativa. El plan real, es generar un negocio dónde antes no lo había. Hacer rentables los servicios, las tarifas y todos los aportes que el estado fijaba como salario indirecto mediante subvenciones.



                Lo político no es ajeno de lo económico y aunque a priori inconexo, el plan de despolitizar a la mayor parte de la población posible no hace más que dar cabida al plan económico y sus ramificaciones. El desencanto en los políticos, sentir que ningún político nos representa y que en la política son todos iguales busca liberar espacios de poder para que sean las corporaciones quienes los ocupen.

La corrupción del sistema público sea ésta cierta o parte de un relato mediático, es la que gesta el germen de la anti política. Al igual que ocurrió en los años 90’, el des-involucramiento ciudadano de la cosa pública allana el camino para que sea “el mercado” el que determine las políticas económicas.  
El éxito o no de los planes de gobierno estriba en la pasividad de estos afectados por el ajuste. Si al gobierno le va bien, el salario real de los trabajadores se verá reducido y las condiciones sociales empeoradas. Como dice Carlos Heller, el límite del ajuste es dado por la capacidad de resistencia de los ajustados. La segunda financiarización de la estructura económica argentina recién empieza y todavía estamos a tiempo de evitar la profundización y el desplome social.



jueves, 9 de agosto de 2018

El riesgo de la despolitización por desilusiones políticas


Si de discursos retrógrados y antagónicos hablamos, la discusión en el senado por la ley de interrupción voluntaria del embarazo estuvo plagada de ellos. No habiendo logrado la aprobación de la ley, algunos festejaron sobre la supresión del derecho de otros y no sobre la adjudicación para sí, de una nueva garantía civil que amplifica libertades. Hoy, lo que no tienen unos es sinónimo de algarabía de otros. Festejan y celebran la restricción de las libertades de otras tantas.

Las otras; las que a su vez ejercen la lucha de otras más que no pueden pelear por si mismas, no festejan. Apesadumbradas por el descontento que provoca la derrota política caminan al borde del descontento apolítico. Pero es así el juego de la democracia y ninguna lucha se gana de la noche a la mañana.

Aquellos argumentos anacrónicos y descontextualizados que tuvimos que escuchar democrática y republicanamente durante las sesiones parlamentarias son el fruto del corrimiento de la escena política de varias generaciones. El descreimiento político liberó el espacio para que sean los individuos con precaria formación intelectual sean los que se hicieran cargo de la representatividad de las mayorías. No quiere decir que aquellos representantes deban ser profesionales con un título de grado ni mucho menos, sino seres curiosos que investiguen o que al menos lean sobre lo que van a legislar y no voten como la senadora Cristina López Valverde alegando falta de tiempo para cumplir con su deber.

Los que piensan que una violación no ejerce violencia sobre la persona violada (Rodolfo Urtubey) o que el Estado no debiera hacerse cargo de la gratuidad por decisiones desacertadas de algunas (Maurice Closs), que sin maternidad no hay futuro (Esteban Bullrich) o anteriormente, que los bebés no buscados se pueden regalar cual perritos (Estela Mercedes Regidor Belledone), que se enterraba el futuro de la Argentina (Alfredo Olmedo) o que se iba a favorecer el tráfico de órganos de fetos (Ivana Bianchi), votaron defendiendo sus creencias y está bien que así sea, ya que por transitividad, debiera ser la creencia de sus representados.

El corolario del periplo abortivo es la victoria de los pacatos que apoyan la clandestinidad como alternativa a la anticoncepción. Deberemos aprender de ellos y entender que la solución también es estar a favor de la vida, estar a favor de la vida política, para no desilusionarse una vez que nuestros representantes voten restrictivamente y legislen nuestros derechos.
    
Las calles hay que ganarlas todos los días, no basta con salir una única vez. Hay batallas en cada espacio de nuestra vida ciudadana y es de imperiosa responsabilidad hacerse cargo políticamente de una realidad que nos interpela. Tomarla, entenderla y ver como podemos cambiarla para hacer una realidad mejor.

Si la discusión sobre el aborto sirvió para atraer a una multitud de chicas y chicos curiosos e inquietos a la vida política, bienvenida sea el rechazo a la ley para seguir militando por los ideales ya que tarde o temprano ley será.