jueves, 4 de enero de 2018

LA DESPOLITIZACIÓN EN LA ERA MACRISTA


A partir del 2010 con la muerte de Néstor Kirchner, se había despertado en la juventud argentina la curiosidad por la participación política. Un fenómeno similar al reverdecer democrático de los años 80, en los que un aluvión juvenil se había volcado a la militancia con la convicción de construir un mejor país.  

Horadado por el asedio mediático, el enamoramiento inicial empezó a esfumarse para, en 2015, darle paso a un gobierno de signo político opuesto.
La familia Macri siempre estuvo asociada con la construcción de obra pública que le otorgaba el estado y desde que asumió la primera magistratura, las empresas que le pertenecían él o las que eran propiedad de sus amigos, se vieron beneficiadas con licitaciones públicas para la construcción de obras.

Pero la administración Macrista no solo vino a hacer negocios a costa del estado, su objetivo ulterior sigue siendo reinstalar la despolitización que reinaba en los años 90, en los que un clima aparentemente aséptico de tintes partidarios era el garante del republicanismo argentino.

La anti política mediática batalla a capa y espada, como lo hacía entonces, para proteger a los funcionarios que otorgan negocios a privados. La movilización popular es demonizada y denigrada hasta el hartazgo y reprimida en caso de ser necesario. Los medios opositores son silenciados con la quita parcial o total de pauta oficial mientras los medios amigos son premiados con aumentos, cesiones de licencias o autorización de fusiones.

Esta vez, la despolitización va más allá de un mero rasgo o una consigna que caracteriza a la administración de turno, es un nuevo paradigma que busca censurar la politización permanente de la que el Kirchnerismo usufructuó por tanto tiempo. Néstor y cristina se sirvieron de la polarización que generaba la interpelación constante para construir poder y gobernar.

En el paradigma despolitizador, el hartazgo es la norma y la vuelta del “que se vayan todos”, la meta. Su objetivo final es cederle la gobernancia del país a las corporaciones (que a diferencia de los 90’, ésta vez llegaron al poder) y que quien gobierne sea la mano invisible del mercado.

La consolidación de una Plutocracia a la EEUU tiene graves efectos no solo redistributivos, sino de libertades individuales. Conforme sea su avance, veremos limitado el derecho de expresión, manifestación y acceso libre a la información.