martes, 17 de junio de 2014

El mercado siempre gana


El sistema financiero mundial opera 24 horas al día los 365 días del año y en cualquier parte del mundo, impone sus propias reglas y se escurre de la jurisprudencia de todos los estados. El reciente fallo de la corte suprema estadounidense sienta jurisprudencia en cuanto a la capacidad de un país en restructurar sus obligaciones, dejando en condición de vulnerabilidad no solo a la Argentina sino a todos los países que hoy cuentan con abultadas y crecientes deudas como los de la región Europea.
                Cercenar la posibilidad de refinanciar la deuda externa es hoy el nuevo instrumento que ha encontrado el imperialismo financiero, por vía judicial, para impedir procesos de desarrollo que se vienen dando en la región suramericana y que posibilitaron pagar sumas exorbitantes de deuda en concepto de intereses. Ya no son las dictaduras represivas de antaño las que impiden el crecimiento en la región, mediante planes neoliberales de empobrecimiento y miseria. El capital ha encontrado otro instrumento que se suma al financiero y es el Judicial.

                El mensaje no es solo para la Argentina, sino para todos los países que hoy encuentran su independencia económica condicionada por organismos financieros internacionales que deciden el rumbo de sus sociedades y determinan niveles de empleo, pobreza, indigencia y niveles de inequidad que día a día se acentúan cada vez más. Un llamado de atención que debe ser oído por todas aquellas naciones que pretendan no sólo independencia económica, sino su soberanía política, puesto que en los lacayos internos operan, en muchos casos, en favor del capital foráneo.

lunes, 9 de junio de 2014

El mito de la politización absoluta


Hace unos años que se insiste en el encono que genera el hecho de que supuestamente, todo se haya politizado, y por tanto ya no se pueda emitir opinión sin estar de un lado o del otro. Esto es en parte al involucramiento de una cuantiosa militancia en la arena política, que amplía de algún modo las fronteras del debate político, bajándolo de los lugares donde efectivamente se toman las decisiones hacia los barrios. Esto ha permitido la popularización del discurso político diversificando los escenarios, los actores y sumando nuevas ideas para ampliar los derechos de las mayorías.
                La polarización del pensamiento político es inherente a los gobiernos populistas, en donde las clases bajas disputan por hacerse de un lugar en la ascendente escala social, escalando peldaños, mejorando su nivel de  vida. La inquina que genera el avance de los sectores relegados acerva la brecha entre los que están en favor de las políticas de Justicia Social y los que están en contra por el temor que genera la pérdida del privilegio de la unicidad.
                Pero que el pensamiento esté unificado y exista un grado más amplio de consenso entorno de la gestión política, no significa que la política pierda lugar en la opinión pública, sino que se direcciona hacia lugares estratégicos en los cuales el grado de penetración es más efectivo. Durante la década de los 90 la política se vuelca a la farandulización de su imagen; Silvio Waisbord señalaba en 1995 que:
“Codearse con los famosos confiere presencia; los políticos toman prestada la atención de quienes están permanentemente en el ojo público debido a sus cualidades deportivas, artísticas, intelectuales o simplemente por habilidad y talento de sus agentes de prensa. Reciben la atención general por compartir breves momentos con las celebridades: es la fama por asociación o por contagio” […]. ”Los funcionarios públicos, encomendados por los ciudadanos para dirigir los asuntos comunes de la comunidad política, aparecen mimetizados con quienes viven del reconocimiento público. Comparten los mismos escenarios televisivos y fotografías, los mismos restaurantes, lugares turísticos y happenings o eventos sociales, las páginas de las revistas semanales que exhiben la vida privada de hombres y mujeres públicos, actividades proselitistas para recaudar fondos y/o votos y la champaña de los festejos pos eleccionarios.
                El otrora debate político de fondo se trasforma en imagen superficial, carente presuntamente, de ideología. Discurre además, del escenario popular o barrial y trasciende el alcance del público, impidiendo la participación ciudadana.
“La humanización de los candidatos, mostrarlos como cercanos al electorado y lejos de la pompa clásica de la política, ha sido la obsesión de varios de sus aide-de-camp proselitistas. Aportar fragmentos de información sobre la vida privada fue la forma usual de hacer que el electorado conozca a los políticos.”

                Los políticos de la era de la farandulización de los 90, se convirtieron más en amigos del electorado que en sus representantes y pasaron a un segundo o tercer plano, sus decisiones políticas como funcionarios públicos. Así fue posible que el debate político se vaciara de  contenido social, económico, cultural, etc., y se transformase en un concurso de popularidad en concomitancia con una red mediática afín. Un periplo nefasto que tuvo como coralario la crisis de la convertibilidad y el empeoramiento de la calidad de vida de millones de argentinos

miércoles, 4 de junio de 2014

Democracia económica

Al hablar de democracia, usualmente se hace referencia a los límites del sistema político, sin tener en cuenta que la democratización no es privativa de la cuestión ejecutiva o legislativa del gobierno de una nación determinada. Está dado por descontado el derecho sufragar para determinar las autoridades políticas que deseamos, pero no se cuestionan otros poderes que condicionan o determinan de alguna manera las decisiones que tomaremos. El poder judicial es un factor de condicionamiento importante que tiene una república, ya que si bien nos puede juzgar, no se somete al mismo trato para con sus ciudadanos.
                En otro plano mucho más privativo del funcionamiento de la sociedad se esconde el poder económico, que si bien no juzga de forma directa a los ciudadanos, los discrimina excluyéndolos del acceso a los mercados. Determina taxativamente quiénes consumen, cuánto consumen y  lo que efectivamente consumen.
Si el mercado se encuentra oligopolizado, la capacidad de fijación de precios que poseen los empresarios es mucho mayor que en un mercado fragmentado con muchos competidores. De éste modo precio y cantidad dependen exclusivamente de la oferta, y si la el precio es muy elevado o la cantidad ofertada es muy reducida, habrá agentes que no puedan cumplir con su plan de consumo, previamente restringido por su ingreso. En definitiva los consumidores tienen una doble restricción, la del ingreso y la del mercado.

La restricción ingreso depende en cierto modo del individuo, y tiene que ver con su nivel cultural, el educativo y el empleo que desarrolla. Mientras que la restricción mercado depende pura y exclusivamente de cuál es el nivel de ganancia que los empresarios desean obtener. En éste sentido los consumidores son impotentes y no tienen injerencia sobre las decisiones gerenciales de las firmas, pero pueden interferir sobre las cuestiones políticas que atañen al país. Asunto no menor, puesto que el parlamento es capaz de dictaminar leyes y sentar jurisprudencia para ampliar los derechos de los individuos.

¿Podrían los ciudadanos, elegir de manera democrática a los empresarios que deseen y conformar la clase de mercado que en el que consumir? Que se ajuste a sus preferencias, a su nivel de utilidad y por sobre todo a sus necesidades. Determinar y no ser determinados por un poder fáctico que se ex-nomina tras sociedades anónimas. Someter a los empresarios a la voluntad popular permitiría a los clientes un mayor grado de libertad a la hora de concretar una compra.

Resulta indispensable en un mundo en el que las libertades individuales son tan ponderadas (más aún por el liberalismo económico), establecer una democracia económica real y efectiva, que limite uno de los tantos poderes a los que es sometida la sociedad en su conjunto y no permite el desarrollo de los sectores más vulnerables.