Uno de los errores más comunes
al analizar el fenómeno Inflacionario es desasociarlo de las otras variables económicas
que permiten interpretar la coyuntura económica del país.
En la última década de gestión Kirchnerista, uno de
los caballitos de batalla del establishment ha sido la variación en el Índice
de Precios al Consumidor (IPC) elaborado por el INDEC, por la manipulación a la
hora de relevar las variables económicas. Más allá del uso político evidente,
que realizan los grupos mediáticos concentrados, el IPC-INDEC tiene falencias
técnicas debido: Al desplazamiento de profesionales y la consecuente pérdida de
personal valioso y experimentado, a la nueva estructura de ponderaciones de los
productos en la canasta de consumo, la adopción de una canasta de consumo “Ideal”
y no real, etc…
Lo cierto es que aunque tomásemos cifras paralelas a
las del INDEC, como las elaboradas por la consultora privada State Street
PriceStats, la evolución de los precios 2008-2012 (desde el año en que fue
reformado el INDEC) promedia un 23,3 %. Cabe indicar el crecimiento en materia
laboral fue positivo también descendiendo del 21% de 2003 para ubicarse en un 6,4
por ciento en el cuarto trimestre del 20131. Con una expectativa de
inflación alrededor del 30 por ciento promedio, para el 2014.
Si tomamos el año 1972 como una fotografía, es decir
analizando los índices sociales de manera estática, veremos que el Gasto
Público de 1972 fue de 17,25 % y en 2013 representó un 23,94%2 del
PBI. Mientras que el desempleo llegó al punto más bajo de la historia
Argentina, ubicándose en torno a un 4% mientras que los precios subieron un 60%
ese mismo año y los salarios se negociaron entorno a un 35%, favoreciendo la
redistribución de la riqueza en favor de los trabajadores, traduciéndose en un crecimiento
del salario real de un 13,3%
Por otro lado es interesante ver el nivel de reservas
internacionales fue el más bajo del periodo 70-76, ubicándose en 315.700.000 U$S,
sin afectar por cierto, el crecimiento positivo del Producto Interno Bruto que
fue de un 3,1%.
Por lo tanto analizar la
inflación es mucho más que separarla de las medidas en materia de política económica
aplicadas por los gobiernos. En 1972, aunque de facto, Lannuse implementó políticas
de corte nacionalista en el corto año de su mandato, con Aldo Ferrer como
ministro de economía (desde la anterior gestión de Levingston), con acuerdos de
precios que llegaron hasta vedar el consumo de carne por su alto precio,
política de “compre nacional” para fomentar la industria, en las que la
redistribución de la riqueza tuvo un correlato beneficioso para el conjunto de
la población. Pudiendo crecer (3,1%) pese a la inflación (60%) y tener una de
las tasas de desocupación más bajas de la historia.