En el marco de la depresión desencadenada por la crisis de
2007-2008, Europa sigue haciéndole frente a las adversidades económicas con
políticas Ortodoxas como ser: reducción del déficit público con reducción del
gasto. Otro factor como es el endeudamiento de Grecia, España o Portugal no
hace más que alimentar el déficit de la cuenta corriente que supuestamente
pretende combatir, ya que el pago de intereses a futuro actúa de manera pro
cíclica.
La cuestión de adoptar
medidas ortodoxas no es una mera equivocación por parte de las autoridades
económicas que, si bien pueden estar actuando de buena fe, lo que generan es
una brutal transferencia de ingresos hacía los sectores más privilegiados de la
sociedad por medio del aumento de las tarifas de transporte público, del precio
de los productos de consumo interno. Todo ello repercute sobre el salario real,
con la consecuente pérdida de poder adquisitivo, y si a ello se le agrega el
factor de flexibilización laboral, el no otorgamiento de aumentos términos nominales
del salario o, peor aún, reducción del mismo, la contracción es mucho mayor.
Pero lo más probable que la adopción de estas medidas no sea
una simple decisión desacertada de las autoridades, sino que sea fruto de presión
lobista de los sectores económicos concentrados que buscan ensanchar la brecha
entre los que más y los que menos tienen.